viernes, 3 de noviembre de 2017

Somos republicanas. Documento aportada por Lola Sanisidro para la Jornada de Debate Republicano


SOMOS REPUBLICANAS
  • Somos republicanas porque somos hijas de nuestro tiempo, somos republicanas del presente y nos corresponden sus retos; avanzar y defender, defender y avanzar. Defender lo alcanzado y avanzar en democracia es avanzar hacia la República.
  • Y lo hacemos en este tiempo político pedregoso al que los poderosos llaman salida de la crisis, y que no era otra cosa que este desgobierno en el que los derechos se desvanecen frente a las leyes del mercado.
  • Malos tiempos para la autonomía de las mujeres estos en que hay que mendigar un trabajo aun sabiendo que el salario no nos sacará de pobres.
  • Tiempos sin techo, en las que los banqueros deciden si tenemos casa o nos quedamos a la intemperie.
  • Tiempos de crisis, le llaman a estos tiempos de estafa, en los que unos pocos se enriquecen mientras que otras tenemos que administrar la miseria.
  • Pero tiempos también de defender lo alcanzado, luchar por aquello que queremos y no volver atrás.
  • Queremos cambiar la política y ya no nos basta con algunos retoques. Ahora que el capitalismo nos ha mostrado su rostro más duro y descarnado, queremos que la política le ponga riendas democráticas a la economía.
  • Y para avanzar necesitamos una regeneración ética que la política que ya solo puede venir de la mano de la República
  • No vamos a evitar ninguno de los esfuerzos del camino a la igualdad, la libertad y la fraternidad, porque hasta el camino lo hemos tenido que tejer nosotras mismas.
LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD
Las mujeres entendemos bien los pilares básicos del contrato social y los entendemos tan bien que sabemos que no solo han de cambiar el mundo y el futuro sino que tienen que cambiar el presente de nuestras vidas.
Libertad para decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras relaciones personales y sociales.
Entendemos que libertad significa para nosotras la autodeterminación y derecho a decidir frente a las imposiciones legales y los prejuicios sociales; así lo entendimos cuando reclamamos el derecho al trabajo asalariado en igualdad de condiciones que nos permita la autonomía económica necesaria; el derecho al divorcio y los derechos sexuales y reproductivos que nos permitan gestionar nuestros cuerpos, nuestra relaciones y nuestras vidas.
Libertad significa para nosotras vivir sin miedo a la violencia machista y reclamar leyes que protejan nuestra integridad personal y nuestros derechos.
Libertad implica también que miremos con lupa las leyes protectoras para que no impliquen nuevas ataduras para nuestras conductas, no escondan nuevos puritanismos y no nos mantengan en una permanente situación de víctimas. Y debemos estar muy atentas porque la historia está llena de leyes que nos protegían como eternas menores de edad a costa de nuestra propia libertad.
Alcanzar la igualdad en derechos es la gran referencia de la lucha feminista, pero aún hemos de explicar cosas que deberían ser evidentes.
Las mujeres no queremos que los hombres se pongan a nuestros pies; a nuestros pies solo queremos los derechos sobre los que poder alzarnos para crecer como personas y aportar toda nuestra riqueza creativa a la sociedad.
Las mujeres no queremos ser como los hombres porque no reconocemos que las actitudes culturales masculinas sean la medida de todas las cosas ni algo ejemplar a lo que debemos aspirar. Por el contario, aspiramos a un nuevo contrato social que, esta vez sí, nos incluya como protagonistas tanto en el espíritu de la ley como en la letra.
Igualdad significa romper el techo de cristal que nos limita, salario igual por un trabajo igual, pero también significa medidas de compensación y de acción positiva ante situaciones que son desiguales de partida.
La igualdad a la que aspiramos es la construcción de un nuevo paradigma de comportamientos sociales que deberemos construir, al que las mujeres llevamos muchos años haciendo aportaciones desde nuestros marcos autónomos de organización, pero para el que hace falta también la incorporación de nuestros compañeros, lealmente, sin prepotencias pero también sin complejos, con la fraternidad como herramienta.
Y nuestra principal herramienta para la lucha por la libertad y la igualdad es la solidaridad. Porque nuestro concepto de igualdad implica también reconocer las diferentes situaciones de partida tanto entre hombres y mujeres como entre las propias mujeres.
La lucha feminista está abriendo camino a la igualdad pero es un camino que atraviesa un mundo por el que muchas van descalzas y con los pies heridos. Esta convicción de que necesitamos tejer un lazo de reconocimiento, comprensión y solidaridad entre nosotras es la sororidad.
REPÚBLICA ES LA DEFENSA DE LO PÚBLICO; REIVINDIQUEMOS EL HECHO DE SER MUJERES PÚBLICAS.
Llegó un día en el que las mujeres comprendimos que había que hacer público el sufrimiento privado, la opresión doméstica, la insidiosa diferencia entre lo que llamaban “trabajo doméstico” y “trabajo productivo” que solo servía como coartada para justificar que en el segundo caso había salario y derechos laborales y en el otro no.
No salían las cuentas porque lo público no contaba con nosotras.
Y ese día empezamos a hacer que lo privado fuera público, decidimos hacernos mujeres públicas.
  • Las mujeres tenemos un interés especial en la defensa de lo público porque avanzar en los servicios públicos implica que la sociedad asuma tareas y disponga recursos que históricamente recaen sobre las mujeres.
  • Las mujeres tenemos un interés muy especial en una República Social que defienda los recursos públicos, los servicios públicos, los derechos sociales.
  • Queremos compartir la ética del trabajo y que se comparta con nosotras la ética del cuidado.
  • Queremos que los poderes públicos asuman con responsabilidad la ética de la justicia. Es decir, que asuman su responsabilidad ante la desigualdad, atiendan a las necesidades y derechos de las personas y obedezcan al mandato del pueblo.
  • Queremos políticas públicas que garanticen nuestros derechos y sistemas públicos que garanticen el acceso efectivo a los derechos de salud, de educación, de atención a las dependencias, a unos ingresos mínimos garantizados en caso de necesidad.
  • Y las queremos porque son peldaños necesarios para la igualdad social y porque sabemos por propia experiencia que, en ausencia de políticas públicas, somos las mujeres quienes asumimos la tarea y administramos la miseria.
UNA REPÚBLICA DE PAZ; REIVINDIQUEMOS EL HECHO DE SER MUJERES DE LA VIDA.
Hubo un tiempo en que una mujer de la vida era un insulto pero también una paradoja. ¿Entonces que eran las demás? ¿Mujeres de la muerte?
En cierta forma era una definición muy precisa del mundo masculino: La muerte, la inexistencia de la mujer como protagonista social; la guerra como herramienta de dominación, la muerte como subproducto de la victoria.
Como mujeres de la vida reivindicamos una República “Que renuncie a la guerra como instrumento de política nacional”.
Es bien sabido que puede haber leyes que nos prohíban o nos “protejan” de participar en los ejércitos pero no existe ley alguna que nos proteja de los bombardeos, las ocupaciones, los saqueos, la muerte, la destrucción y la miseria de las guerras. Es más, observamos cada día como las violaciones, las agresiones, la humillación y la esclavitud sexual sobre las mujeres se constituyen como práctica habitual en arma de guerra o medio de combate.
La guerra no construye convivencia, la guerra no resuelve conflictos, la guerra solo destruye las vidas y los recursos necesarios para la vida.
NO QUEREMOS SER PRINCESAS NI REINAS DEL HOGAR; SOMOS REPUBLICANAS
Consideramos que la monarquía es el residuo oficial del patriarcado y la punta de lanza del retroceso social. La nobleza de sangre es el residuo legalizado de la desigualdad y una humillación especial para las mujeres.
Artículo 57 de la Constitución Española
  1. La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores, en la misma línea el grado más próximo al más remoto, en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.
La monarquía es una institución patriarcal por definición que se asienta en la herencia patrilineal. Son los varones los que transmiten y los hombres los que heredan. La monarquía es el tarro de las esencias del patriarcado. El hecho de que pudiera haber excepciones calculadas a la norma general no afecta a la esencia patriarcal de la institución.
La monarquía es la presencia constante de un antiguo régimen que se resiste a desaparecer. No es una simple embajada del pasado en el presente sino el dominio y la amenaza constante del pasado sobre el presente.
La monarquía es una humillación social permanente porque consagra la desigualdad y la superioridad de una familia sobre las demás sin que tengan que aportar ningún mérito, por encima de ley en sus actos y sin someterse a la voluntad popular en las elecciones.
Somos republicanas porque consideramos que la jefatura del estado debe ser elegida por todos y todas como cualquier otra institución representativa en un sistema democrático.
LA LUCHA FEMINISTA EN EL CORAZÓN DE LA REPÚBLICA
Las mujeres vamos a la República aportando en nuestros brazos una revolución silenciosa que cambia las vidas de las personas y se traduce en cambio social.
A lo largo de los siglos bajo todo tipo de regímenes políticos, condiciones sociales y eras del transcurso histórico, las mujeres hemos ido avanzando en nuestras reivindicaciones y construyendo el mundo.
A todas ellas, a cada una de ellas, en cada paso, les debemos una parte del camino andado.
A Olimpia de Gouges que en plena revolución francesa se atrevió a decir que la Declaración del Hombre y el Ciudadano ¡Oh sorpresa! No incluía a las mujeres.
A todas las sufragistas que tuvieron que arrojarse a los pies de los caballos para recoger su derecho al voto.
A las obreras de la Cotton, pasadas a fuego por reivindicar un salario digno.
A Clara Zetkin y Alexandra Kollontai que reclamaron el 8 de marzo como día internacional de la mujer.
A Clara Campoamor, republicana, que exigió el derecho al voto de las mujeres en España.
A Rosa Parks, que con un simple gesto de mujer negra y cansada, sentándose en un banco reservado para blancos, dio lugar al mayor movimiento contra la segregación racial y por los derechos civiles.
A las maestras de la república que llevaron la cultura bordada en la bandera tricolor hasta los pueblos más remotos de nuestra geografía.
A las represaliadas, a las supervivientes, a las luchadoras contra la dictadura en la casa y en la calle.
Y bajo el cielo, en este día, no olvidaremos a las silenciadas y veladas, a las maltratadas, a las condenadas de por vida y de por muerte, a las eternas secundarias y sirvientas más allá de la muerte en los indeseables paraísos masculinos.
Tendemos nuestra mano abierta a las que huyen de la guerra cargando con lo poco que queda de sus vidas. A las que atraviesan el frio y el barro del exilio les tejeremos una alfombra de solidaridad más allá de la ley y, si es preciso, la tejeremos fuera de la ley.
A todas ellas, nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas, nuestras cómplices en la creación de un mundo más igualitario y más justo, les debemos nuestro saludo y nuestro compromiso.
Y es que desde lo más profundo comprendemos que más allá de las formulaciones y las épocas, en todas ellas, en todas nosotras late un corazón republicano.
Salud y República

Lola Sanisidro

La Coordinadora Andaluza de Organizaciones Republicanas "Andalucía Republicana" no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia coordinadora.