SOMOS
REPUBLICANAS
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Somos republicanas porque somos hijas de nuestro tiempo, somos republicanas del presente y nos corresponden sus retos; avanzar y defender, defender y avanzar. Defender lo alcanzado y avanzar en democracia es avanzar hacia la República.
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Y lo hacemos en este tiempo político pedregoso al que los poderosos llaman salida de la crisis, y que no era otra cosa que este desgobierno en el que los derechos se desvanecen frente a las leyes del mercado.
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Malos tiempos para la autonomía de las mujeres estos en que hay que mendigar un trabajo aun sabiendo que el salario no nos sacará de pobres.
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Tiempos sin techo, en las que los banqueros deciden si tenemos casa o nos quedamos a la intemperie.
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Tiempos de crisis, le llaman a estos tiempos de estafa, en los que unos pocos se enriquecen mientras que otras tenemos que administrar la miseria.
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Pero tiempos también de defender lo alcanzado, luchar por aquello que queremos y no volver atrás.
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Queremos cambiar la política y ya no nos basta con algunos retoques. Ahora que el capitalismo nos ha mostrado su rostro más duro y descarnado, queremos que la política le ponga riendas democráticas a la economía.
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Y para avanzar necesitamos una regeneración ética que la política que ya solo puede venir de la mano de la República
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No vamos a evitar ninguno de los esfuerzos del camino a la igualdad, la libertad y la fraternidad, porque hasta el camino lo hemos tenido que tejer nosotras mismas.
LIBERTAD,
IGUALDAD, FRATERNIDAD
Las mujeres
entendemos bien los pilares básicos del contrato social y los
entendemos tan bien que sabemos que no solo han de cambiar el mundo y
el futuro sino que tienen que cambiar el presente de nuestras vidas.
Libertad para
decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras relaciones
personales y sociales.
Entendemos que
libertad significa para nosotras la autodeterminación y derecho a
decidir frente a las imposiciones legales y los prejuicios sociales;
así lo entendimos cuando reclamamos el derecho al trabajo asalariado
en igualdad de condiciones que nos permita la autonomía económica
necesaria; el derecho al divorcio y los derechos sexuales y
reproductivos que nos permitan gestionar nuestros cuerpos, nuestra
relaciones y nuestras vidas.
Libertad
significa para nosotras vivir sin miedo a la violencia machista y
reclamar leyes que protejan nuestra integridad personal y nuestros
derechos.
Libertad implica
también que miremos con lupa las leyes protectoras para que no
impliquen nuevas ataduras para nuestras conductas, no escondan
nuevos puritanismos y no nos mantengan en una permanente situación
de víctimas. Y debemos estar muy atentas porque la historia está
llena de leyes que nos protegían como eternas menores de edad a
costa de nuestra propia libertad.
Alcanzar la
igualdad en derechos es la gran referencia de la lucha feminista,
pero aún hemos de explicar cosas que deberían ser evidentes.
Las mujeres no
queremos que los hombres se pongan a nuestros pies; a nuestros pies
solo queremos los derechos sobre los que poder alzarnos para crecer
como personas y aportar toda nuestra riqueza creativa a la sociedad.
Las mujeres no
queremos ser como los hombres porque no reconocemos que las actitudes
culturales masculinas sean la medida de todas las cosas ni algo
ejemplar a lo que debemos aspirar. Por el contario, aspiramos a un
nuevo contrato social que, esta vez sí, nos incluya como
protagonistas tanto en el espíritu de la ley como en la letra.
Igualdad
significa romper el techo de cristal que nos limita, salario igual
por un trabajo igual, pero también significa medidas de compensación
y de acción positiva ante situaciones que son desiguales de partida.
La igualdad a la
que aspiramos es la construcción de un nuevo paradigma de
comportamientos sociales que deberemos construir, al que las mujeres
llevamos muchos años haciendo aportaciones desde nuestros marcos
autónomos de organización, pero para el que hace falta también la
incorporación de nuestros compañeros, lealmente, sin prepotencias
pero también sin complejos, con la fraternidad como herramienta.
Y nuestra
principal herramienta para la lucha por la libertad y la igualdad es
la solidaridad. Porque nuestro concepto de igualdad implica
también reconocer las diferentes situaciones de partida tanto entre
hombres y mujeres como entre las propias mujeres.
La lucha
feminista está abriendo camino a la igualdad pero es un camino que
atraviesa un mundo por el que muchas van descalzas y con los pies
heridos. Esta convicción de que necesitamos tejer un lazo de
reconocimiento, comprensión y solidaridad entre nosotras es la
sororidad.
REPÚBLICA ES
LA DEFENSA DE LO PÚBLICO; REIVINDIQUEMOS EL HECHO DE SER MUJERES
PÚBLICAS.
Llegó un día
en el que las mujeres comprendimos que había que hacer público el
sufrimiento privado, la opresión doméstica, la insidiosa diferencia
entre lo que llamaban “trabajo doméstico” y “trabajo
productivo” que solo servía como coartada para justificar que en
el segundo caso había salario y derechos laborales y en el otro no.
No salían las
cuentas porque lo público no contaba con nosotras.
Y ese día
empezamos a hacer que lo privado fuera público, decidimos hacernos
mujeres públicas.
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Las mujeres tenemos un interés especial en la defensa de lo público porque avanzar en los servicios públicos implica que la sociedad asuma tareas y disponga recursos que históricamente recaen sobre las mujeres.
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Las mujeres tenemos un interés muy especial en una República Social que defienda los recursos públicos, los servicios públicos, los derechos sociales.
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Queremos compartir la ética del trabajo y que se comparta con nosotras la ética del cuidado.
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Queremos que los poderes públicos asuman con responsabilidad la ética de la justicia. Es decir, que asuman su responsabilidad ante la desigualdad, atiendan a las necesidades y derechos de las personas y obedezcan al mandato del pueblo.
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Queremos políticas públicas que garanticen nuestros derechos y sistemas públicos que garanticen el acceso efectivo a los derechos de salud, de educación, de atención a las dependencias, a unos ingresos mínimos garantizados en caso de necesidad.
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Y las queremos porque son peldaños necesarios para la igualdad social y porque sabemos por propia experiencia que, en ausencia de políticas públicas, somos las mujeres quienes asumimos la tarea y administramos la miseria.
UNA REPÚBLICA
DE PAZ; REIVINDIQUEMOS EL HECHO DE SER MUJERES DE LA VIDA.
Hubo un tiempo en
que una mujer de la vida era un insulto pero también una paradoja.
¿Entonces que eran las demás? ¿Mujeres de la muerte?
En cierta forma
era una definición muy precisa del mundo masculino: La muerte, la
inexistencia de la mujer como protagonista social; la guerra como
herramienta de dominación, la muerte como subproducto de la
victoria.
Como mujeres
de la vida reivindicamos una República “Que renuncie a la guerra
como instrumento de política nacional”.
Es bien sabido
que puede haber leyes que nos prohíban o nos “protejan” de
participar en los ejércitos pero no existe ley alguna que nos
proteja de los bombardeos, las ocupaciones, los saqueos, la muerte,
la destrucción y la miseria de las guerras. Es más, observamos cada
día como las violaciones, las agresiones, la humillación y la
esclavitud sexual sobre las mujeres se constituyen como práctica
habitual en arma de guerra o medio de combate.
La guerra no
construye convivencia, la guerra no resuelve conflictos, la guerra
solo destruye las vidas y los recursos necesarios para la vida.
NO QUEREMOS
SER PRINCESAS NI REINAS DEL HOGAR; SOMOS REPUBLICANAS
Consideramos
que la monarquía es el residuo oficial del patriarcado y la punta de
lanza del retroceso social. La nobleza de sangre es el residuo
legalizado de la desigualdad y una humillación especial para las
mujeres.
Artículo 57
de la Constitución Española
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La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores, en la misma línea el grado más próximo al más remoto, en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.
La monarquía es
una institución patriarcal por definición que se asienta en la
herencia patrilineal. Son los varones los que transmiten y los
hombres los que heredan. La monarquía es el tarro de las esencias
del patriarcado. El hecho de que pudiera haber excepciones
calculadas a la norma general no afecta a la esencia patriarcal de
la institución.
La monarquía es la presencia constante de un antiguo régimen que
se resiste a desaparecer. No es una simple embajada del pasado en el
presente sino el dominio y la amenaza constante del pasado sobre el
presente.
La monarquía es
una humillación social permanente porque consagra la desigualdad y
la superioridad de una familia sobre las demás sin que tengan que
aportar ningún mérito, por encima de ley en sus actos y sin
someterse a la voluntad popular en las elecciones.
Somos
republicanas porque consideramos que la jefatura del estado debe ser
elegida por todos y todas como cualquier otra institución
representativa en un sistema democrático.
LA LUCHA
FEMINISTA EN EL CORAZÓN DE LA REPÚBLICA
Las mujeres vamos
a la República aportando en nuestros brazos una revolución
silenciosa que cambia las vidas de las personas y se traduce en
cambio social.
A lo largo de los
siglos bajo todo tipo de regímenes políticos, condiciones sociales
y eras del transcurso histórico, las mujeres hemos ido avanzando en
nuestras reivindicaciones y construyendo el mundo.
A todas ellas, a
cada una de ellas, en cada paso, les debemos una parte del camino
andado.
A Olimpia de
Gouges que en plena revolución francesa se atrevió a decir que la
Declaración del Hombre y el Ciudadano ¡Oh sorpresa! No incluía a
las mujeres.
A todas las
sufragistas que tuvieron que arrojarse a los pies de los caballos
para recoger su derecho al voto.
A las obreras de
la Cotton, pasadas a fuego por reivindicar un salario digno.
A Clara Zetkin y
Alexandra Kollontai que reclamaron el 8 de marzo como día
internacional de la mujer.
A Clara
Campoamor, republicana, que exigió el derecho al voto de las mujeres
en España.
A Rosa Parks, que
con un simple gesto de mujer negra y cansada, sentándose en un
banco reservado para blancos, dio lugar al mayor movimiento contra la
segregación racial y por los derechos civiles.
A las maestras de
la república que llevaron la cultura bordada en la bandera tricolor
hasta los pueblos más remotos de nuestra geografía.
A las
represaliadas, a las supervivientes, a las luchadoras contra la
dictadura en la casa y en la calle.
Y bajo el cielo,
en este día, no olvidaremos a las silenciadas y veladas, a las
maltratadas, a las condenadas de por vida y de por muerte, a las
eternas secundarias y sirvientas más allá de la muerte en los
indeseables paraísos masculinos.
Tendemos nuestra
mano abierta a las que huyen de la guerra cargando con lo poco que
queda de sus vidas. A las que atraviesan el frio y el barro del
exilio les tejeremos una alfombra de solidaridad más allá de la ley
y, si es preciso, la tejeremos fuera de la ley.
A todas ellas,
nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas,
nuestras cómplices en la creación de un mundo más igualitario y
más justo, les debemos nuestro saludo y nuestro compromiso.
Y es que desde
lo más profundo comprendemos que más allá de las formulaciones y
las épocas, en todas ellas, en todas nosotras late un corazón
republicano.
Salud y República
Lola Sanisidro
La Coordinadora Andaluza de Organizaciones Republicanas "Andalucía Republicana" no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia coordinadora.