Manifiesto manifestación andaluza
unitaria 28F en Sevilla
A todas las andaluzas y andaluces:
Hace 42 años, en el referéndum del
28F de 1980 y tras las movilizaciones históricas del 4 de diciembre
de 1977 y 1979, Andalucía manifestó la conciencia del maltrato
histórico sufrido y sus aspiraciones al autogobierno. El 4D y el 28F
representaron los acontecimientos contemporáneos de una ciudadanía
andaluza que se reivindicaba como un sujeto político al reconocerse
como una nacionalidad histórica. En el referéndum se votó mucho
más que el Autogobierno, se votó por nuestra dignidad, por la
conquista de la democracia y por la defensa de los derechos sociales
y civiles.
Fue un hito histórico que recuperó
los pasos dados ya en la II República con Blas Infante, que impulsó
el proceso de aprobación del Estatuto de Autonomía, muy avanzado ya
en julio de 1936, pero el golpe de Estado militar y fascista cerró
el horizonte a toda esperanza, fundamentando su régimen en la
sistemática represión del pueblo y llenando el territorio de fosas
comunes, que siguen exigiendo Verdad, Justicia y Reparación.
También el 28F de 1980 conectó con
los movimientos populares que lucharon contra el abandono de
Andalucía durante el franquismo. La dictadura entregó nuestra
tierra a los grandes latifundistas y las oligarquías, privando al
pueblo andaluz de tener poder sobre sus propias necesidades y
alcanzar una soberanía plena para su total desarrollo, despojándonos
de nuestros patrimonios naturales, sociales, culturales e históricos.
Y sin embargo, a pesar de la voluntad expresada el 4D y el 28F,
Andalucía ha seguido padeciendo el centralismo económico y
político, los procesos de concentración económica capitalista y la
anestesia de su identidad sin que se haya hecho efectiva una adecuada
reforma agraria ni un sistema de financiación justo para nuestra
tierra.
El bipartidismo impuso décadas de
políticas neoliberales, de subordinación política a los dictados
de Bruselas o Madrid, de recortes y privatizaciones así como del
olvido del legado ético y político representado, entre otros, por
Blas Infante, Javier Verdejo, García Caparrós, Lorca, Carlos Cano,
Diamantino García o Salvador Távora, que allanaron el camino a la
actual postración política y a la regresiva gubernamentalidad que
sufrimos, como atestiguan reformas laborales realizadas a la medida
de las patronales, que nos llevan a la precariedad y a la pobreza a
muchos trabajadores y trabajadoras, los pensionazos, la impunidad del
franquismo o la ley Mordaza, cuya derogación exigimos.
42 años después de aquel histórico
28F, es imprescindible denunciar el desarrollo económico dependiente
y vulnerable que tenemos, basado en la precariedad laboral, la
terciarización y el extractivismo y que, lejos de promover una nueva
industria, profundiza en el desmantelamiento del tejido productivo, a
expensas del deterioro de nuestra riqueza social, cultural y
medioambiental.
Los precios energéticos no dejan de
aumentar a la vez que el precio de la cesta de la compra. Mientras
tanto, la explotación, la precariedad y el paro siguen extendiéndose
por todos los sectores, especialmente en los más feminizados.
La pobreza se sigue extendiendo y en
plena pandemia no cesa la plaga infame de los desahucios que
aumentaron en Andalucía en un 22,9% en el último año. Por ello,
necesitamos y exigimos otro modelo de desarrollo económico, social y
ecológico, basado en las potencialidades de nuestra tierra y que
garantice la calidad de vida de las personas que aquí habitan, que
satisfaga las enormes necesidades de vivienda y empleo, la mejora de
nuestros servicios públicos -sanitarios, educativos y sociales-, el
respeto al medioambiente, a nuestra cultura andaluza de paz, de
apuesta por la diversidad y que se levanta contra todo tipo de
violencia contra las mujeres, como en cada 8 de marzo, así como de
la infancia y adolescencia, los migrantes, la diversidad sexual, o
cualquier colectivo en exclusión o marginación social. Necesitamos
compromisos firmes no solo desde las instituciones, sino también por
parte de toda la sociedad para acabar con la lacra del terrorismo
machista.
Un modelo basado en la justicia social
y la justicia climática, que promueva la participación ciudadana y
la transparencia, que incorpore la agenda feminista y el valor de la
sororidad, que cuide nuestras ciudades, el campo y el entorno
natural, que sea solidario con las personas que sufren y luche contra
toda forma de discriminación, que mejore la vertebración interior
de nuestra comunidad con medios de transporte públicos y sostenibles
y que proteja a las comarcas vaciadas de Andalucía, para impulsar la
creación de empleo de calidad mediante una economía que potencie la
industria verde, las energías renovables, la movilidad sostenible,
el autoconsumo energético, la formación, la innovación y la
rehabilitación de edificios. Una Andalucía militarizada como
portaviones para las guerras de EE.UU y la OTAN que, como recoge su
Estatuto, sea promotora de paz y valores democráticos no puede
albergar bases militares extranjeras que sirvan de plataforma para
agredir a otros pueblos. La creciente militarización del territorio
andaluz debe cesar.
Hoy, las andaluzas y andaluces,
fuertemente golpeados por la pandemia, se ven privados del acceso a
los servicios públicos, consecuencia de una situación de debilidad
estructural como consecuencia de años de políticas neoliberales.
Por ejemplo, las carencias en materia de personal sanitario y de
infraestructuras se han acentuado. Los despidos, hace unas semanas,
de más de 8.000 sanitarios andaluces vuelven a dejar a la atención
primaria indefensa mientras en los centros de estudios seguimos con
aulas masificadas. ven recrudecida esta lógica política y económica
(turistificación, agricultura intensiva, minería, desigualdades
sociales, degradación del tejido social y los servicios públicos)
que nos ha convertido en "zona de sacrificio". Andalucía
sufre un nuevo gobierno sostenido por la extrema derecha con aún más
recortes para los derechos de las personas, que profundiza en el
despojo cultural y en la "modernización regresiva" que nos
ha mantenido anclados como sur político, periferia económica y en
el extrañamiento de nuestra identidad cultural. Los servicios
públicos siguen sufriendo recortes mientras que las pensiones corren
serio peligro. La represión sigue estando a la orden del día contra
quienes se movilizan.
El gobierno de las tres derechas ahonda
en la involución democrática, se promueven políticas
discriminatorias para el colectivo LGTBI, los inmigrantes y minorías
étnicas asumiendo el odio y racismo de la extrema derecha. Se
refuerzan los privilegios a las grandes fortunas, reduciéndoles los
impuestos, recibiendo miles de millones de los fondos europeos para
rescatar sus empresas al mismo tiempo que la clase trabajadora
soporta las consecuencias de las crisis económicas y se recorta el
gasto público. También la educación pública, con la falta de
profesorado y la falta de mantenimiento de los centros conlleva un
retroceso de la calidad de la enseñanza pública.
El resultado está siendo más paro,
más desigualdad y más pobreza para amplios sectores de la
ciudadanía andaluza, al tiempo que las empresas del IBEX 35, los
bancos y los terratenientes, aumentan sus beneficios. Se da una falta
de perspectiva para mejorar la situación de las personas en paro, de
las mujeres, de los jóvenes y toda el resto de gente que se gana el
pan con el sudor de su frente, sin explotar ni hacer mal a nadie. Hay
que enfrentarse a los intereses de los que acaparan las riquezas en
un momento en el que en estos dos últimos años la desigualdad ha
aumentado un 23%.
Nuestra tierra, que se ha visto
sometida durante décadas a tener que emigrar, se ha convertido en
centro internacional del narcotráfico e inhumana frontera, blindada
a personas migrantes y refugiadas, tratadas como delincuentes en los
brutales CIEs. Nuestra Andalucía, que es una tierra solidaria, no
olvida sus responsabilidades y lazos de hermandad con el resto de los
pueblos del mundo, como es el caso del pueblo saharaui, fuertemente
golpeado y maltratado por el gobierno marroquí y sus cómplices que
vulneran las diferentes resoluciones de las Naciones Unidas
Es por todo ello que hemos realizado un
llamamiento a la sociedad civil andaluza, las organizaciones,
colectivos y movimientos sociales y culturales para mejorar
Andalucía, por encima de cualquier otra consideración. Quienes nos
volvemos a levantar este 28F somos plenamente conscientes de la
diversidad y las diferencias que en el afán por mejorar nuestra
tierra nos hacen recorrer diferentes caminos para llegar al mismo
destino.
Tejer y construir una gran movilización
como la de hoy implica poner sobre la mesa principios y acciones tan
diversos, extensos y variados como los paisajes de esta tierra que
habitamos. Pero quienes hemos salido este 28F en esta gran
movilización unitaria del 28 de febrero de 2022, nos une el afán,
cada cual a su manera, de traer más unidad, más esperanza y un
mejor futuro, para que no falten el Pan, el Trabajo, el Techo, la
Igualdad ni las pensiones públicas y que se ponga verdaderamente en
valor nuestro patrimonio natural y social y las aspiraciones a una
Andalucía Universal, Solidaria y Libre por la que siempre hemos
luchado.