viernes, 3 de noviembre de 2017

República y Laicismo. Documento aportado por Cádiz por la República a la Jornada de Debate Republicano.


República y Laicismo
César Alfonso Viñas, Cádiz por la República
La Democracia se construye en el marco de un Estado Laico, pero también esa misma Democracia tiene que construirse en el marco de un Estado republicano. A la cuestión planteada en la sociedad “¿En qué punto de la democracia estamos?” mi planteamiento es que no hay democracia:
  1. La Transición fue un proceso donde el franquismo se lavó la cara, se recicló para poder entrar en la cadena imperialista de la OTAN y en la Unión Europea de los mercados. La Constitución del 78 no fue fruto de un proceso constituyente sino una carta otorgada por parte de potencias imperialistas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial. Los partidos republicanos no pudieron concurrir a elecciones de 1977 durante este período.
  2. El régimen del 78 no ha acabado con la impunidad que aún goza el franquismo ni ha derogado los ilegales referéndums franquistas. La ley franquista de Sucesión de la Corona tuvo un proceso de elaboración corto y fue aprobada por las Cortes Españolas en su sesión de 7 de junio de 1947 y sometida a referéndum que se celebró el 6 de julio de 1947, entrando en vigor el 26 de julio de 1947. Así pues, al admitirse la Corona en 1978, se permitían también como legítimos, por parte de todas las fuerzas políticas de la Transición, los referéndums franquistas y su ley de sucesión de la Corona que se materializó en la figura de Juan Carlos de Borbón, no reconociéndose al Presidente de la República en el exilio, Maldonado, que emitió un comunicado desde París en junio de 1977. Y fue Fernando Valera, su último presidente gobierno, quien, a primeros de julio de 1977, en su última comunicación como gobierno, declaró el fin de la Segunda y el comienzo de la lucha por la Tercera República Española. El llamamiento de Valera fue desoído.
La Izquierda mostró su debilidad y desorganización a través de la JER, Junta Estatal Republicana, cuando de una manera sencilla y a la vez astuta –no dejando esto de ser ilegítimo- un Consejo de Ministros del PP elabora una ley para la abdicación exprés de Juan Carlos I en Felipe VI con el apoyo de Pedro Sánchez, que frente a los neoliberales Susana Díaz (defensora a ultranza del confesionalismo de Estado) y Felipe González con su reconversión industrial, GAL y asesor político y empresarial en Latinoamérica, pretende erigirse ahora como la izquierda de este país; todos ellos desmantelaron en ese momento al movimiento republicano a pesar de las numerosas y concurridas manifestaciones republicanas en las principales capitales del país con represión policial el mismo día de la coronación de Felipe VI.
La iglesia, por su parte, pretende que los laicos sean los católicos confundiendo a la sociedad y Felipe VI, junto a la Reina Leticia, se pasea por Francia para rendir homenaje a los anarquistas y republicanos españoles que integraron la Nueve y la Resistencia Francesa liberando París de los nazis, desarmando y desmoralizando así el monarca nuevamente al movimiento republicano.
  1. Aún no se han derogado los concordatos entre el Estado y la Santa Sede. Por lo que Monarquía, Estado e Iglesia se mantienen unidas a pesar de la supuesta aconfesionalidad del Estado recogida en el artículo 16 de la Constitución de 1978.
  2. La Iglesia tiene inmatriculados numerosas propiedades, algunas convertidas en negocios, sin pagar IBI ni otros impuestos.
  3. La impunidad de franquismo sigue campando a sus anchas por este país. La iglesia fue una de las instituciones que apoyó al franquismo en el golpe de Estado a la República.
  4. Las leyes menores siempre están por encima de la Ley, Constitución, que no es más que papel mojado salvo para la Corona, la bandera y artículos sin contenido específico como es el 155. Es decir, la Junta de Andalucía, por ejemplo, deja a los Consejos Escolares la decisión que en los colegios públicos se mantengan o se eliminen símbolos religiosos o salidas a la parroquia como ofrendas florales a la Virgen, situándose un órgano colegiado por encima de la Ley.
  5. La República es condición necesaria para construir un Estado Laico, pero no suficiente. Podemos observar abusos confesionales en repúblicas latinoamericanas, por ejemplo. Los dos mínimos a los que tiene que llegar la izquierda de este país en los acuerdos son los siguientes: República, una que acabe con la impunidad del franquismo, y Laicismo, es decir, la separación Iglesia Estado, sin menoscabo de los derechos a decidir y de autodeterminación de los pueblos.

Esos dos principios básicos y universales son temas tabú en este país. Laicismo y republicanismo son dos conceptos que van unidos intrínsecamente ya que la República es el imperio de la Ley, una Ley elaborada de forma autónoma por los seres humanos de una sociedad; y laicismo es el imperio de la autonomía moral y la libertad de conciencia de esos seres humanos. Laicismo y Republicanismo encuentran, por tanto, un punto en común en la autonomía moral de los seres humanos frente a una moral que depende de agentes externos al hombre. Esta autonomía moral fue expuesta por Kant en su defensa de la Ilustración como la era de la mayoría de edad de los hombres y las mujeres. Sobre autonomía moral también escribió Nietzsche en varios libros y posteriormente Piaget.
Por tanto, las leyes del Estado republicano, las leyes elaboradas por los ciudadanos de la República atendiendo a la libertad de conciencia, a la igualdad y al bien común, es decir atendiendo a la ciencia, a la razón, al conocimiento y a lo más universal posible, son las únicas que pueden garantizar que el estado sea laico y que exista a lo largo del tiempo una separación entre el poder civil y el poder religioso. Teniendo siempre en cuanta que el poder civil, el universal, el de todos, está por encima del religioso (por muy mayoritaria que sea una comunidad religiosa determinada en un Estado). Otro punto de encuentro entre republicanismo y laicismo es el respeto de ambos por el espacio común, espacio de convivencia de todos los ciudadanos frente a los postulados del neoliberalismo, la monarquía y la iglesia. Republicanismo y laicismo, tal como los entendemos hoy día, hunden sus raíces en la Ilustración.
Kant dijo “sapere aude”, que significa piensa por ti mismo. La autonomía moral, la mayoría de edad de la humanidad. Por tanto, el hombre es mayor de edad para elaborar sus leyes, las leyes del hombre y del ciudadano y no depender ni del rey ni de un hipotético Dios. Durante la I República Francesa de Robespierre los revolucionarios redactaron la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano al mismo tiempo que Thomas Payne distribuye sus obras por Inglaterra, América y Francia Los Derechos del Hombre y La edad de la razón defendiendo temas como la República y el laicismo. La monarquía siempre va unida al poder religioso impuesto por una burguesía y oligarquía dominante. La monarquía es el instrumento del poder religioso para mantenerse en el poder. Así lo expresaba el escritor de éxito y republicano Blasco Ibáñez en su novela La araña negra, donde la secta jesuita es un poder incluso superior al de la monarquía. El principio de aconfesionalidad del Estado del artículo 16 de la Constitución monárquica del 78 no es garantía de un Estado laico. Es papel mojado cuando Europa laica denuncia, invocando el citado artículo, abusos confesionales de políticos o en espacios públicos por parte de funcionarios. Por tanto, en este país hay una ausencia de Ley. Y ausencia de ley significa ausencia de República. Y ausencia de república significa dictadura y caldo de cultivo para el abuso confesional (aunque sea la religión de la mayoría). Recapitulando, el núcleo de laicismo y república es el mismo: la autonomía moral de los seres humanos libres para elaborar unas leyes del Estado sin tener que recurrir a la monarquía ni a un supuesto dios. La República es, por tanto, libertad para el autogobierno, soberanía nacional y popular, derecho a decidir quién nos gobierna, poder que emana del pueblo y no del rey ni de un dios.
El laicismo es el principio de convivencia democrática que solo se puede constituir en república. Es necesario, por tanto, derogar la caduca Constitución del 78, que no fue fruto de un proceso constituyente, y dar paso a una nueva Constitución, la de la III República.
El laicismo es el respeto a la individualidad de cada persona (sus creencias y convicciones) combinado con el respeto a lo común (la república como espacio común con sus leyes).
Por vez primera en la historia del constitucionalismo español se implantó un Estado laico con la II República a través de la Constitución de 1.931, estableciendo un proyecto de convivencia laicista, en cuanto a derechos cívicos y en cuanto a una real separación del Estado de las religiones. Y ello en la línea que se venía desarrollando en diversas democracias contemporáneas a la joven república española.
No siempre democracia es el voto de la mayoría. Hay principios básicos como la dignidad humana, la libertad de conciencia, que no pueden someterse a votación de la mayoría. Si se hace, un grupo determinado se estaría situando por encima de la Ley (Constitución) que han elaborado los ciudadanos de una república. Por ejemplo, se sitúa por encima de la Ley un consejo escolar que vota mantener símbolos religiosos en un determinado colegio público, que es espacio público de todos, no respetando la libertad de conciencia.
El laicismo republicano es la libertad de conciencia junto a la defensa del bien común. Es un modelo de convivencia ciudadana.
Las leyes de la República son necesarias para proteger los tres principios del laicismo: Libertad de conciencia, igualdad y bien común (donde las mayorías no pueden ser accidentales y pretender estar por encima de la ley).