Victor González |
Gonzalo Queipo de Llano fue el jefe militar de mayor rango en Andalucía: general, de aquel golpe de estado fascista en contra del poder legalmente establecido. Es por tanto, el responsable de más alto cargo militar, de urdir, instigar, ordenar y proteger a sus secuestradores y asesinos, la desaparición en nuestra Comunidad Autónoma de decenas de miles de asesinatos.
Para la convención de Ginebra son pura y llanamente crímenes de guerra, cometidos durante y después del levantamiento, contra el colectivo de personas definido por su carácter republicano mayoritariamente, aunque en otros casos fuera por intereses bien económicos, bien de rencillas familiares, y siempre ne nombre de la “Santa Cruzada”.
No deja entonces de llamar la atención, que toda aquella sarta de barbaridades se hiciera con la bendición de la iglesia católica y, una vez más y como en siglos anteriores, bajo el lema de “O cruz, o espada”.
Este por tanto criminal de guerra, cuyos restos mortales permanecen enterrados en la Basílica de la Macarena, sigue insultando con su permanencia en ese lugar, a casi todos: propios y extraños.
Es lamentable que, un tipo que se saltó a piola uno de los mandamientos principales para los católicos <<No matarás>> en una de sus arengas radiadas dijera “Yo os autorizo a matar como a perros a cualquiera que se atreva a ejercer contra vosotros la coacción, quedando exentos de toda responsabilidad”, es decir, ofreciendo inmunidad y alentando para matar en su nombre. Es muy duro igualmente, que en esa misma arenga incitase al paso por el arco del triunfo otro de sus mandamientos <<No codiciarás a la mujer del prójimo>> invitando a la violación masiva de “mujeres comunistas y anarquistas que practican el amos libre”, otorgando inmunidad para violar en su nombre. También con su cruzada ignominiosa, se atentó indiscriminadamente contra otro de sus mandamientos <<No robarás>> desposeyendo de dineros, enseres tierras y dignidad a todos los atropellados por el levantamiento. Cumplieron eso sí, el mandato de <<amar a su Dios sobre todas las cosas>>, el gran dictador Francisco Franco, y olvidaron aquello de <<y al prójimo como a ti mismo>> cambiando amor por dolor inmenso, y alegrías por pena infinitas.
Resulta por tanto incomprensible, que los restos mortales de semejante sátrapa permanezcan enterrados en uno de los templos icónicos del catolicismo sevillano, y que desde la Junta de Gobierno de esa Hermandad y el Arzobispado de Sevilla, no se haga nada por su salida fulminante de allí, a tenor de que Queipo de Llano hizo según su doctrina, todos los méritos posibles para no ir al cielo. No dejo de preguntarme que, ¿si los asesinos no van al cielo que predican, tal vez aquellos que por acción u omisión los defienden tampoco lo hagan, verdad?
Es necesario recalcar también, -y tal vez esto sea de una gravedad muy superior- que existe una Ley de Memoria de Andalucía, ley hecha por hombres no por deidades, y para que la cumplan los hombres sin otro arbitrio, y que al amparo de la misma tampoco los restos del genocida han salido como deberían de ese lugar preeminente en el que están, para deshonor y escarnio de todas sus víctimas.
Aquí la responsabilidad en el cumplimiento o incumplimiento de la ley de Memoria Histórica y Democrática es de la Junta de Andalucía en exclusiva. Con las leyes de los hombres no caben petitorias ni plegarías o velas encendidas. Hay que exigir sin miramientos a la Junta de Andalucía la salida de los restos de Queipo de Llano en cumplimiento de la legalidad vigente.
Victor González
La Coordinadora Andaluza de Organizaciones Republicanas "Andalucía Republicana" no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia coordinadora.
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