domingo, 20 de marzo de 2016

Había una vez un país donde floreció la primavera

Había una vez un país donde floreció la primavera
Dicen que hace tiempo hubo un país en que tras mucho tiempo de oscuridad una primavera floreció la luz, aquella primavera fue la más florida y hermosa que se recuerda, había mucha pobreza, esa era la verdad, debido al expolio al cual habían sometido los reyes, príncipes, ministros y corruptos politicastros a aquel bello país, bañado por tres mares, crisol de mil culturas, donde hubo un tiempo en que dicen que nunca se ponía el sol, por fin parecía salir de aquel escenario gris. 





Dicen que fue un día de abril, las calles de aquel país se llenaron de banderas y gentes, hombres, mujeres y niños para celebrar la llegada de la primavera florida, de la alegría de la libertad, los más pobres comenzaron a soñar, los sueños a convertirse en realidades. Hasta en los pueblos más pequeños comenzaron a abrirse escuelas, los niños ya podían ir a aprender a leer, a escribir y las cuatro reglas, sumar, restar, multiplicar y dividir…

El lema de aquel país era Libertad, Igualdad y Fraternidad, y sus nuevos gobernantes pensaron que era posible convertir tan nobles palabras en una realidad, pero negras nubes amenazaban el horizonte, guerreros sin alma, sanguinarios hombres de la guerra, servidores de corruptos reyes destronados, amenazaban aquellos sueños de libertad, el país donde todos los sueños parecían posibles y realizables pronto fue traicionado.

El pueblo valiente se enfrentó a aquellas malas gentes que se levantaban con ideas criminales contra la voluntad del pueblo soberano, hombres y mujeres, codo con codo se prestaron a combatir al agresor, pero fueron traicionados por aquellos países que decían defender los mismos ideales, les abandonaron a su suerte, y aunque resistieron tres años contra bombas asesinas que llegaban de tierras arias e italianas, también contra soldados mercenarios llegados del norte de África y contra cobardes intolerantes, enemigos de la libertad y de la justicia…

La historia no tuvo final feliz, no ganaron los buenos, no era una película de Hollywood, tras tres años de lucha del pueblo que una primavera soñó con la libertad, contra criminales fusiles. Los enemigos de la justicia, de la paz, de la libertad. La igualdad y la fraternidad entre los hombres, alzaron su sangrienta bandera, la de de los antiguos y nefastos reyes sobre la tierra donde un día floreció la primavera. 

Los traidores, no se conformaron con la victoria, ni fueron generosos con aquellos valientes hombres y mujeres que habían luchado por ser libres. A los más valientes los mataron contra las vallas de los cementerios, en las cunetas, entraban en las casas de aquellos hombres y mujeres y los arrastraban o los mataban muchas veces delante de sus hijos, incluso en ocasiones también a sus hijos, fueron crueles con las mujeres, les raparon el pelo y les dieron aceite de ricino, haciéndoles ir en procesión, burlándose de ellas mientras se hacían aguas mayores y menores…

Fue tan grande la represión, que todo se volvió gris, que el miedo de aquella gente que soñó con la libertad un día de primavera, lleno sus ojos, sus corazones durante muchos años, tantos que una vez muerto el tirano, continua enquistado.

A la muerte del tirano, algunos comenzaron a soñar con otra primavera, pero falsos sacerdotes de la libertad con mentirosas palabras los estafaron, les convencieron que no era bueno tener la libertad muy de golpe, no fuese a ser que cogiesen empacho de libertad y se pusiesen enfermos de felicidad por lo que debían acatar la voluntad del tirano muerto. Esos falsos sacerdotes se aliaron con los hijos del tirano, aceptaron la voluntad del tirano, para que cambiando algo, todo siguiese igual, los asesinos, los ladrones seguían estando en el poder, como cuando gobernaba el tirano, aunque ahora se habían disfrazado de hombres buenos, amantes de la libertad, se hacían llamar cínicamente “demócratas de toda la vida”, pusieron un rey, a quien el tirano designo, y unos y otros, los falsos sacerdotes de la libertad, los traidores y los “demócratas de toda la vida”, fueron acaparando todo, robando, engañando al pueblo, todas las riquezas que quedaban en el país, se las llevaron a un lugar donde los reyes, banqueros y delincuentes guardan todo lo que expolian.

Lo que al principio parecía una nueva primavera término siendo una tiranía feroz,adobada con hueras palabras, pero nadie hablaba, nadie protestaba, a pesar de que cada día les robaban una flor del jardín, el fruto de una libertad que hace muchos años estuvo a punto de madurar. Les continuaban engañando, robándoles lo poco que les quedaba, las casas, el trabajo, sus derechos conseguidos a base de muchos sacrificios y lucha, les decían que habían vivido por encima de sus posibilidades, les mentían, aquellos traidores, aquellos demócratas de toda la vida, y el heredero del tirano, continuaban viviendo en la opulencia y el derroche. Les habían robado todo, todo y lo que era peor la esperanza y la ilusión de ver llegar una nueva primavera, porque el miedo que había sembrado aquel tirano, estaba enquistado en el espíritu de aquel pueblo que fue bravo.

Pero dicen también, que todo tiene un límite, que del temor al valor hay una estrecha franja, del miedo a la rabia se puede saltar en un segundo…Dicen que el gato asustado un día crecerá y se convertirá en tigre. Dicen también, que después de todo invierno siempre termina llegando la primavera, otro mes de abril en lo que ese pueblo sumido y medroso pueda volver a ser reflejo de aquel que un día hizo florecer las flores de la Libertad, la igualdad y la Libertad.

Paco Arenas



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